martes, 8 de agosto de 2017

Un día me acordé, memorias de un soldado. Por Enrique Rus

En la guerra solo mueren los soldados
Un día me acordé, vestía un uniforme gris y seguía a un capitán confederado... 

Bienvenidos a la reflexión de la semana en la sección "El Maestro aparece" de este Blog. Recuerden que hay más si visitan "Qué ofrecemos..." en el menú. Hoy hablamos de guerra, que como dijo el maestro Yoda, no le hace a uno grandioso.

Un día me acordé, vi morir a mis hermanos, azules como el cielo de una mañana de primavera, empañados con la rojez de un disparo en su pecho. Las trincheras parecían prisiones de arena y grava. El propio miedo hacia que hombres, demasiado jóvenes para estar allí, ensuciaran los pantalones al escuchar un cañón. Un día me acordé, mujeres sin maridos, hijos sin padres, madres destrozadas con la carta indeseada y los nombres, nombres de seres amados que no verán más.


Antes eran hermanos...
Un día me acordé de estúpidos códigos de honor. Pero ¿qué tiene de honor matarse entre hermano?, ¿cómo puede ser honorable disparar a la cabeza a aquel con quien días antes habías reído y llorado en el bar de Juan?. Un día me acordé, recordé porqué estábamos allí grises y azules, porqué Norte y Sur luchaban en un mismo país, una misma nación, en una misma Confederación. Un día me acordé, entendí que fue por odio, avaricia, ambición, por lo más rastrero del ser humano, porque los "jefes", querían imponer su ley y nosotros éramos su carnaza. Un día me acordé de capitanes y sargentos que morían por nosotros, como nosotros por ellos, mientras los generales y congresistas se reían en caras fiestas decidiendo que hacer con los muertos. Un día me acordé, vi una medalla en mi pecho "medalla al valor" se leía en ella. ¿Que valor? mi hermano murió a mi lado y fue mi mejor amigo quien tuvo que matarlo.

Un día me acordé ¿que valor tiene matar a otro paria?. Si hubiera tenido valor habría desertado de esto o habría matado a esos generales y congresistas. Con ello podría haber evitado muchas más muertes, pero nunca fui valiente. Y me hago mayor, la vejez me impide dejar de temblar al escuchar un disparo. La guerra solo debería hacerse para defender a los tuyos, eso si es valeroso. La "guerra de la avaricia" no es más que degradación, deshonra y estupidez.

Un día me acordé, pero hoy, hoy no consigo recordar nada y solo espero que la muerte me lleve a un lugar donde no haya guerras...

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