domingo, 29 de julio de 2018

Las Fake News y la posverdad. No solo es mentir, también manipular (I)


Las Fake News y la posverdad. No solo es mentir, también manipular

Las “Fake News” y la posverdad están de moda. Las mentiras en las redes sociales están a la orden del día, pero pocos analizan otro fenómeno, está vez de la mano de medios más respetables, que consiste en sesgar o manipular la información. Porque la falsedad no solo consiste en mentir, también incluye manipular o sesgar.
En las redes sociales, con Facebook a la cabeza, proliferan las llamadas “Fake News” o noticias falsas y la postverdad. La mayoría de ellas provienen de medios especializados, pero a veces también intervienen otros, podríamos decir que “más respetables”. Las segundas son difíciles de combatir, pero para las primeras, hay algunas recomendaciones útiles. Ambas son dañinas y desprestigian el periodismo fiable, serio y ético. Por tanto, debemos luchar contra ellas.

Comencemos por el principio ¿Qué son las “Fake News” y la posverdad?

Una definición la encontramos en el diccionario de inglés de Cambridge:
False stories that appear to be news, spread on the internet or using other media, usually created to influence political views or as a joke”
Podría traducirse como aquellas historias falsas que se difunden por Internet u otros medios, con el objetivo de influir en opiniones políticas o simplemente como broma.
Pero además, hay un problema añadido, la posibilidad de compartirlas y su tendencia a ser virales. De hecho, un artículo de la revista “Muy interesante” expone que para agravar el problema, este tipo de noticias se expanden más rápido que una verdad. Quizá sea por la adicción al morbo del ser humano o quizá porque al final, se gana mucho dinero con ellas.

Algunos ejemplos recientes. Múltiples factores

Hay diversos casos en que este tipo de noticias pueden haber influido en resultados electorales. Autores como Fernández-García creen que este tipo de mentiras estuvieron detrás del triunfo de Trump o del Brexit, por mostrar dos ejemplos recientes. La manipulación mediática puede haber sido un factor desencadenante, pero no olvidemos el punto de partida en ambos países.
En los Estados Unidos, después de la era Obama (recordemos que consiguió que muchos volvieran a votar), la sociedad volvía a estar desencantada y además, la pobreza seguía creciendo. Un caldo de cultivo para populistas de izquierdas o derechas. Sobre todo porque ahora los que no votaban eran de la segunda opción, los conservadores.
En el caso británico se daban dos corrientes claras. Por un lado, la irlandesa, escocesa y gibraltareña, partidarias de la Unión Europea y la inglesa y galesa, que preferían irse. Al final, al agregar los datos ganó el Brexit, pero solo por un 52% frente al 48% del NO. Un resultado muy ajustado que trajo como consecuencia las posteriores tensiones y una nueva propuesta escocesa para hacer un referéndum de independencia.
Es decir, las “Fake News” y la posverdad influyen, pero lo hacen en mayor medida cuando hay una situación de pobreza, de miseria, de tensión social o simplemente de rencor hacia determinados colectivos. En Reino Unido, la sociedad estaba molesta porque debían pagar a los “países del sur”, en Estados Unidos, muchos estaban hartos de Obama, en España, bueno, de España hablaremos otro día.

La emoción prevalece sobre la razón. Mejor llorar que razonar

Fernández-García en su trabajo sobre esta problemática, también analiza el concepto de posverdad y concluye que las emociones prevalecen sobre los datos y razonamientos objetivos. Eso lo sabe todo aquel que haya estudiado periodismo, psicología, sociología e incluso economía. Esta última, en su vertiente de marketing, utiliza determinadas técnicas para “vender emociones al cliente” y sabe muy bien que son manipulables con facilidad.
Esto también lo conocen esos “generadores de Fake News”. Por este motivo, suelen incidir en nuestros sentimientos de odio, frustración, rencor, envidia, porque saben que estos son más fuertes que los de amor, compasión o piedad y por supuesto, que la razón. Además, cuanto más se repita la información y más familiarizados estemos con ella, es más fácil que la creamos. Así lo pone de manifiesto Polage en su análisis sobre estas falsas noticias y su difusión.

Se toman medidas, pero no son la solución

Los más afectados por esta moda tan dañina, Google, Wikipedia, Whatsapp o Facebook, se han lanzado a tomar medidas para evitar la proliferación de las mentiras en Internet. Han creado algoritmos para detectarlas, han publicado recomendaciones para los usuarios o, en el caso de la mensajería instantánea, incluso limitado el número de mensajes en forma de cadena. Pero esta solución no ha sido tan eficaz como se preveía.
Todo esto puede reducir en cierta medida la publicación de este tipo de información, pero no resuelve el problema de fondo. Mientras que, por ejemplo, un supuesto derecho a la información prevalezca sobre otros como el honor, mentir puede salir gratis. Esto los medios de comunicación españoles lo saben bien. Por supuesto, sin olvidar el factor antes mencionado, sobre los “caldos de cultivo” del rencor o el odio.

Los medios serios y la manipulación. No son “Fake News” pero se parecen

El problema viene cuando una noticia proviene de uno de esos “medios serios” que conforman la prensa española por excelencia. De esos que se podrían considerar fiables y que son leídos, visualizados o escuchados por millones de españoles todos los días. De estos muy pocos hablan y menos todavía los relacionan con la falsedad en la información. Vamos a mostrar algunos ejemplos de noticias que resultaron no ser ciertas.

El periódico. Ocho noticias falsas que nunca debieron publicarse

Este diario catalán, publicó en febrero de 2017 un artículo en que ponía de manifiesto ocho noticias que resultaron ser falsas y que tuvieron un enorme éxito mediático. En muchos casos avalado por algunos “medios serios” que entran en el juego cuando ven la posibilidad de hacer caja con ello. Luego se retractan  y en paz. Pero veamos solo dos de ellas, las más conocidas.
Una de las más famosas fue que Obama no  es estadounidense, esto lo dijo Trump y le apoyaron las cadenas ABC y NBC, muy conocidas y valoradas en los Estados Unidos. Por supuesto, es una noticia falsa, ya  que Obama es estadounidense como demuestra su certificado de nacimiento, que el nuevo presidente catalogó de falso. Al final, tuvo que retractarse con el expresidente afroamericano.

Otra fue que muchos españoles se levantaron un día leyendo que Rivera (C´s) recuperaría la mili para los ninis, que el PP no quería obreros en las Universidades o que Podemos iba a prohibir las procesiones, para evitar ofender a los musulmanes. Las tres noticias eran “Fakes News” de las que en demasiadas ocasiones, se hicieron eco los medios “más creíbles” de este país. Algo que contribuyó a su viralización, ya que se suponía que venían de fuentes fiables.

BBC y la independencia de Cataluña

Si algo ha sido un hervidero de falsedad periodística, es el asunto de la independencia catalana. Además, con el agravante que se ha producido desde medios especializados en “Fake News” o desde otros que son valorados por los usuarios como más… fiables. La BBC publicó en octubre de 2017 un artículo que exponía algunas de las mentiras que se publicaron en los medios españoles sobre este conflicto.
El caso del minero agredido por la policía nacional en Cataluña, que resultó ser una foto de 2012 y además, tomada en Madrid. Otro similar de un posible choque de policías contra bomberos, que tampoco sucedió en Cataluña. Pero desde el otro lado, también se falseó cierta información, por ejemplo, un supuesto caso de un policía agredido a patadas en Barcelona, que resultó ser algo que sucedió en 2008 en Almería.

Concluyendo. No es oro todo lo que reluce

En definitiva, las “Fake News” y la posverdad han venido para quedarse, de hecho, cada vez son más las que se convierten en virales. Todo esto se agrava porque muchos de esos “medios serios” también han entrado en el juego de la manipulación de titulares, datos e incluso las propias noticias. Como las emociones se manipulan con más facilidad que la razón, este tipo de bulos producen un rédito económico importante.
Es cierto que existen muchas recomendaciones para evitarlas, pero no son suficientes. Los ciudadanos no son infalibles y es casi imposible tener una certeza plena de encontrarnos con un caso de falsedad. Por eso, además de informar al ciudadano, también pueden perseguirse desde el ámbito privado. Por otro lado, el poder judicial puede ayudar a evitarlas sancionando a aquellos que las utilizan y se lucran con la mentira perjudicando al periodismo.
“Tu verdad no, la verdad y ven conmigo a buscarla, la tuya guárdatela”. A. Machado.

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