Las Fake News y la posverdad. No solo es mentir, también manipular
Las “Fake News” y la posverdad están de moda. Las mentiras
en las redes sociales están a la orden del día, pero pocos analizan otro
fenómeno, está vez de la mano de medios más respetables, que consiste en sesgar
o manipular la información. Porque la falsedad no solo consiste en mentir,
también incluye manipular o sesgar.
En las redes sociales, con Facebook a la cabeza, proliferan las
llamadas “Fake News” o noticias falsas y la postverdad. La mayoría de ellas
provienen de medios especializados, pero a veces también intervienen otros, podríamos
decir que “más respetables”. Las segundas son difíciles de combatir, pero para
las primeras, hay algunas recomendaciones útiles. Ambas son dañinas y
desprestigian el periodismo fiable, serio y ético. Por tanto, debemos luchar
contra ellas.
Comencemos por el principio ¿Qué son las “Fake News” y la posverdad?
Una definición la encontramos en el diccionario de inglés de
Cambridge:
“False stories that appear to be news, spread
on the internet or using other media, usually created to influence political views
or as a joke”
Podría traducirse como aquellas historias falsas que se
difunden por Internet u otros medios, con el objetivo de influir en opiniones
políticas o simplemente como broma.
Pero además, hay un problema añadido, la posibilidad de
compartirlas y su tendencia a ser virales. De hecho, un artículo
de la revista “Muy interesante” expone que para agravar el problema, este tipo
de noticias se expanden más rápido que una verdad. Quizá sea por la adicción al
morbo del ser humano o quizá porque al final, se gana mucho dinero con ellas.
Algunos ejemplos recientes. Múltiples factores
Hay diversos casos en que este tipo de noticias pueden haber
influido en resultados electorales. Autores
como Fernández-García creen que este tipo de mentiras estuvieron detrás del
triunfo de Trump o del Brexit, por mostrar dos ejemplos recientes. La
manipulación mediática puede haber sido un factor desencadenante, pero no
olvidemos el punto de partida en ambos países.
En los Estados Unidos, después de la era Obama (recordemos
que consiguió que muchos volvieran a votar), la sociedad volvía a estar
desencantada y además, la pobreza seguía creciendo. Un caldo de cultivo para
populistas de izquierdas o derechas. Sobre todo porque ahora los que no votaban
eran de la segunda opción, los conservadores.
En el caso británico se
daban dos corrientes claras. Por un lado, la irlandesa, escocesa y
gibraltareña, partidarias de la Unión Europea y la inglesa y galesa, que
preferían irse. Al final, al agregar los datos ganó el Brexit, pero solo por un
52% frente al 48% del NO. Un resultado muy ajustado que trajo como consecuencia
las posteriores tensiones y una nueva propuesta escocesa para hacer un
referéndum de independencia.
Es decir, las “Fake News” y la posverdad influyen, pero lo
hacen en mayor medida cuando hay una situación de pobreza, de miseria, de
tensión social o simplemente de rencor hacia determinados colectivos. En Reino
Unido, la sociedad estaba molesta porque debían pagar a los “países del sur”,
en Estados Unidos, muchos estaban hartos de Obama, en España, bueno, de España
hablaremos otro día.
La emoción prevalece sobre la razón. Mejor llorar que razonar
Fernández-García
en su trabajo sobre esta problemática, también analiza el concepto de posverdad
y concluye que las emociones prevalecen sobre los datos y razonamientos
objetivos. Eso lo sabe todo aquel que haya estudiado periodismo, psicología,
sociología e incluso economía. Esta última, en su vertiente de marketing,
utiliza determinadas técnicas para “vender emociones al cliente” y sabe muy
bien que son manipulables con facilidad.
Esto también lo conocen esos “generadores de Fake News”. Por
este motivo, suelen incidir en nuestros sentimientos de odio, frustración,
rencor, envidia, porque saben que estos son más fuertes que los de amor,
compasión o piedad y por supuesto, que la razón. Además, cuanto más se repita
la información y más familiarizados estemos con ella, es más fácil que la
creamos. Así lo pone de manifiesto Polage
en su análisis sobre estas falsas noticias y su difusión.
Se toman medidas, pero no son la solución
Los más afectados por esta moda tan dañina, Google,
Wikipedia, Whatsapp o Facebook, se han lanzado a tomar medidas para evitar la
proliferación de las mentiras en Internet. Han creado algoritmos para
detectarlas, han publicado recomendaciones para los usuarios o, en el caso de
la mensajería instantánea, incluso limitado el número de mensajes en forma de
cadena. Pero esta solución no ha sido tan eficaz como se preveía.
Todo esto puede reducir en cierta medida la publicación de
este tipo de información, pero no resuelve el problema de fondo. Mientras que,
por ejemplo, un supuesto derecho a la información prevalezca sobre otros como
el honor, mentir puede salir gratis. Esto los medios de comunicación españoles
lo saben bien. Por supuesto, sin olvidar el factor antes mencionado, sobre los
“caldos de cultivo” del rencor o el odio.
Los medios serios y la manipulación. No son “Fake News” pero se parecen
El problema viene cuando una noticia proviene de uno de esos
“medios serios” que conforman la prensa española por excelencia. De esos que se
podrían considerar fiables y que son leídos, visualizados o escuchados por
millones de españoles todos los días. De estos muy pocos hablan y menos todavía
los relacionan con la falsedad en la información. Vamos a mostrar algunos
ejemplos de noticias que resultaron no ser ciertas.
El periódico. Ocho noticias falsas que nunca debieron publicarse
Este diario catalán, publicó
en febrero de 2017 un artículo en que ponía de manifiesto ocho noticias que
resultaron ser falsas y que tuvieron un enorme éxito mediático. En muchos casos
avalado por algunos “medios serios” que entran en el juego cuando ven la
posibilidad de hacer caja con ello. Luego se retractan y en paz. Pero veamos solo dos de ellas, las
más conocidas.
Una de las más famosas fue que Obama no es estadounidense, esto lo dijo Trump y le
apoyaron las cadenas ABC y NBC, muy conocidas y valoradas en los Estados
Unidos. Por supuesto, es una noticia falsa, ya
que Obama es estadounidense como demuestra su certificado de nacimiento,
que el nuevo presidente catalogó de falso. Al final, tuvo que retractarse con
el expresidente afroamericano.
Otra fue que muchos españoles se levantaron un día leyendo
que Rivera (C´s) recuperaría la mili para los ninis, que el PP no quería
obreros en las Universidades o que Podemos iba a prohibir las procesiones, para
evitar ofender a los musulmanes. Las tres noticias eran “Fakes News” de las que
en demasiadas ocasiones, se hicieron eco los medios “más creíbles” de este
país. Algo que contribuyó a su viralización, ya que se suponía que venían de
fuentes fiables.
BBC y la independencia de Cataluña
Si algo ha sido un hervidero de falsedad periodística, es el
asunto de la independencia catalana. Además, con el agravante que se ha
producido desde medios especializados en “Fake News” o desde otros que son
valorados por los usuarios como más… fiables. La BBC publicó
en octubre de 2017 un artículo que exponía algunas de las mentiras que se
publicaron en los medios españoles sobre este conflicto.
El caso del minero agredido por la policía nacional en
Cataluña, que resultó ser una foto de 2012 y además, tomada en Madrid. Otro
similar de un posible choque de policías contra bomberos, que tampoco sucedió
en Cataluña. Pero desde el otro lado, también se falseó cierta información, por
ejemplo, un supuesto caso de un policía agredido a patadas en Barcelona, que
resultó ser algo que sucedió en 2008 en Almería.
Concluyendo. No es oro todo lo que reluce
En definitiva, las “Fake News” y la posverdad han venido
para quedarse, de hecho, cada vez son más las que se convierten en virales. Todo
esto se agrava porque muchos de esos “medios serios” también han entrado en el
juego de la manipulación de titulares, datos e incluso las propias noticias.
Como las emociones se manipulan con más facilidad que la razón, este tipo de
bulos producen un rédito económico importante.
Es cierto que existen muchas recomendaciones para evitarlas,
pero no son suficientes. Los ciudadanos no son infalibles y es casi imposible
tener una certeza plena de encontrarnos con un caso de falsedad. Por eso,
además de informar al ciudadano, también pueden perseguirse desde el ámbito
privado. Por otro lado, el poder judicial puede ayudar a evitarlas sancionando a
aquellos que las utilizan y se lucran con la mentira perjudicando al
periodismo.
“Tu verdad no, la
verdad y ven conmigo a buscarla, la tuya guárdatela”. A. Machado.
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