SIETE DÉCADAS DESPUÉS.

Esta entrada, la ha escrito el señor Damian Iglesias Cebrian. De nuevo nos sorprende con su sabiduría, compartida en gran parte y debatida en otras, ayer escribió en "Dictadores disfrazados (enlace), hoy lo hace en "Lo que no se ve". Otra sobre la libertad la escribió aquí.

¿Hasta cuando ha de servir nuestra guerra civil de enfrentamiento y navajeo entre nosotros?.No lo sé y no lo entiendo a estas alturas. 

Lo que debía ser otro hecho historico más, superado y parte del compendio de datos de una materia lectiva; sigue siendo a día de hoy arma arrojadiza entre partidos politicos y población, principal herencia de la estúpida Ley de Memoria Histórica del inefable presidente del gobierno que fue José Luis Rodriguez Zapatero.

La franja media de la población no la vivió, ni siquiera vivió la posguerra; la mayoría eramos párvulos cuando llegó la democracia o nacieron ya en democracia y sin embargo es conversación habitual en tertulias, artículos de prensa, programas de televisión y bares. 

Me pregunto que información veraz de primera mano queda, creo que ninguna, pues el ultimo participe de relevancia murió hace poco, el camaleónico Santiago Carrillo, quién prudentemente calló durante treinta años, hasta que cayó en manos del zapaterismo.

La extrema derecha de este país, se diluyó en los partidos de centro y conservadores ahogados por el peso de sus raíces; pero no debemos de olvidar que fueron ellos mismos quienes (desde dentro) dinamitaron el régimen, con la inestimable ayuda de Su Majestad El Rey y sin la ayuda directa de la izquierda; salvo la de Carrillo lo que le costó más de un disgusto.

Es increíble ver como la extrema izquierda ha sobrevivido y se ha revitalizado sin renunciar a sus postulados, sin asumir responsabilidades y borracha de autoridad moral autoconcedida; corrompiendo los principios pacíficos de la convivencia en nombre del resarcimiento de una derrota arcana y buscando venganza por ella; arrogándose la repreentatividad de los muertos que no conocieron y del sufrimiento que no padecieron ; olvidando por supuesto los que causó el bando al que dicen representar.

Cuando veo a un crío de 17 años entrar en un colegio religioso y concertado al grito de"DONDE ESTAN LOS CURAS QUE LOS VAMOS A QUEMAR", me recorre la columna vertebral un frío glacial y un miedo primario que me invita a salir corriendo para salvar mi vida, como sucedió en Mérida la última huelga general.

Estos cachorros del odio es lo que nos ofrece la izquierda española, la nostalgia de una república utópica de felicidad marxista, fracasada en el resto del planeta; violencia y opresión, falta de libertades y pobreza. Lo peor es que hay gente dispuesta a escucharles y que tampoco vivió la guerra civil.

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